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28 de septiembre de 2006






Hoy voy a complacer a mi buena amiga Chonina, también mi favorita, y voy dejar seguir el curso del discurso de lo que puede dar de sí una tarde.

Ayer, las temperaturas en alza, me condujeron a mi lugar de asueto y relax de este verano. Iba convencida de que sólo el magma y el agua serían mis compañeros. Tal vez algún pájaro (por allí pocos, apenas hay vegetación).

Mis deseos se vieron truncados por estas imágenes que les muestro: Se celebraba un Campeonato Internacional de pesca del lucio. Allí los países representantes en sus banderas. Pude ver decenas de esos lucios con pesos superiores a los cuatro kilos. Interesante parafernalia postcaptura.

No se los enseño porque no tuve curiosidad de acercarme al "pescado".

Como los lagartos, tumbada sobre una peña, me dejé acariciar por el sol, mientras la brisa fluvial intentaba acariciarme también. Y yo, qué otra cosa podía hacer: pues dejarme acariciar.

Ya vencida la tarde nadé un buen rato. Yo sola. ¿Será mi último baño?

25 de septiembre de 2006






Representar la historia por paisajes naturales de la historia es árdua tarea del hombre. Volvemos una y otra vez a recorrer las mismas calles, idénticos rincones, y a cada paso, un eco, un murmullo, una pisada que cruje bajo la sonora piedra.

Zamora en otoño se llena de magia muda, sorda. Sólo el fluir del agua acompaña el latido silente. Hasta los que arriban a ella desde otros lares, captan esa sensación.

Zamora, "la bien cercada", olvidada del tiempo y del espacio llena y vacía al mismo tiempo. Se ilumina u oscurece a tenor de la mirada. A merced de la voluntad.

24 de septiembre de 2006





Domingo matinal.
Como testigo el cielo. Preñado de nubarrones.

Preñado tal vez, de tierna preñez, el blanco vestido nupcial.
Todo cabe.

Amurallado el tiempo como se amurallan las perspectivas
bajo esta lluvia que cala hasta los huesos. Como fondo el gran ojo del puente. El río reparador, río mesetario y atlántico.

Sentarse y esperar a que afloren las necesidades. De cada cual.
Cada cual con sus necesidades.

Al fin y al cabo, necesitamos cuando nos necesitan.

22 de septiembre de 2006





Se cree el otoño que ha llegado y, como asíduo, ha pasado desapercibido.
No ha sido así. El otoño ha barrido las últimas briznas de polvo del verano y un desasosiego impregna el alma errante.

El otoño empuja con fuerza ante esta resistencia del tiempo que se empeña en detenerse, como se detienen los siglos en las quejumbrosas paredes, en el cubo milenario por donde se filtra el viento.

Es ahora, ante el inminente invierno de la vida, cuando cunde el desasosiego existencial, esa ansiedad que turba la respiración al caer el día, acaso al levantarse, al abrir los párpados y percibir que una lágrima furtiva resbala.

Esas calles otoñales se llenan de silencio, de pasos lentos, de ancianos yermos, cuya existencia es pasado sin futuro. Ancianos silentes, lacrimosos, extraños, extrañados ante la aparición del otoño más largo y pronunciado. Más desasosegado.

17 de septiembre de 2006





Siempre el peligro.

Ni el descenso brusco de las temperaturas, ni la lluvia caída recientemente han sido suficientes. Sigue el fuego arrasador convirtiendo en ceniza todo lo que toca. Por suerte, el agua estaba allí y los helicópteros hicieron bien su trabajo. Mientras, los curiosos disfrutaron del inusual espectáculo. Ocurría esta misma tarde.

Caso fortuito, o la irresponsable mano del pirómano...?

15 de septiembre de 2006

Ciudad Rodrigo - Gloria y esplendor






Una ciudad que se enorgullece de su pasado, mima su presente y lucha por su futuro.

En estos días, en su Catedral, se puede contemplar la magna exposición Las Edades del Hombre: "Kirios", reminiscencias de todas las edades del hombre, desde su nacimiento hasta su senectud.

La fe cristiana viene a descubrir una realidad intramundana que le permite contemplar al hombre y al mundo con el halo de la resurreccíón:

"No se ha ido para desentenderse de este mundo, sino que ha querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su reino" (I Prefacio de la Ascensión)

www.porelcaminoverde.blogspot.com

14 de septiembre de 2006



Todo se ha consumado.

Mientras el cielo se cubre de presagio otoñal, mi amigo Emilio pescó la última pieza de la temporada. Casi tres kilos. Antes de que se pase por la sartén, bien fritita, vamos a inmortalizarla.

El último baño en el embalse del Esla. Las dulces miradas de Toya y de Rebeca atienden a mi cámara.

Ahora ya. Adiós verano. Adiós.

13 de septiembre de 2006






Entre silencio y bruma recupero el tiempo
entre flores abrileñas,
entre agua y tierra.

Soy ahora musa abstracta
cobijada en magma
como latente imagen,
tal vez quimera.
Sueño inconcluso.

Sombras de un pasado reciente
que se pierde,
diluído y confuso.

12 de septiembre de 2006



Y yo soñé que mi padre me miraba
con aquellos ojos bravíos,
directos,
en los que destacaban un punto rojo que le confería una mirada
más bravía todavía.
Soñé que mi padre regresaba a casa con su ramillete
de flores silvestres en sus trémulas manos.
Soñé que tartamudeaba cuando oía la voz de mi padre
y me miraba.
Soñé que el Alzheimer era sólo un señor que así se apellidaba.
Yo soñé que mi padre había vuelto
para celebrar su cumpleaños
el cinco de octubre.
Para comprarnos una rosca de anís
el día del Oferetorio,
allí, junto a la Iglesia,
al lado mismo del cementerio,
justamente allí, donde ahora se encuentra,
ya sin mirada, ya sin manchitas rojas
ya sin nada que regalarme.

Yo soñé, creí soñar, que todavía crujían sus pisadas
y mi oído atento las seguían.

La otra noche, yo soñé.

10 de septiembre de 2006



Si ya la sensación no es alegría
sino dolor que desfigura el rostro,
no sólo el alma que va de vacío.
Es cuando el pensamiento se hace canto.
Y si no hay sueño ¿qué va a haber ahora?.
Si yo supiera lo que nunca es mío...
Y cómo luce cualquier cosa, y cómo
se oscurece y apaga,
casi desaparece
y se vuelve a encender en plaza y vena,
tan cercana y remota al mismo tiempo...
..............................................................(...)

Claudio Rodríguez. Sus últimos versos.

...y cómo no sentir, mi amigo
ese dolor
sin humos ni semilla
sin vástagos
sin casa y sin hermanos
sin madre y sin ciudad.

...porque después del sueño
qué va a haber ahora
si te envuelve el silencio
el cielo sin aurora.
Todo se apaga y se oscurece.
Todo fluye y se escapa.

9 de septiembre de 2006




Váysos amores
de aqueste lugar,
tristes de mis ojos
¿y cuándo os verán?

Yo me era niña
de bonito aseo,
y pusiera en vos
mi amor el primero,
y agora que os quiero
queréisme dejar,
tristres de mis ojos
¿y cuándo os verán?

Aún bien no sabía
de amor la aflicción,
cuando descuidada
os dí el corazón;
y agora que os quiero
me queréis dejar,
tristes de mis ojos
¿y cuándo os verán?


Cancionero Anónimo
Poesía española del Siglo de Oro.

6 de septiembre de 2006





No sé si este verano va a acabar alguna vez pero mientras no ocurra lo seguiremos disfrutando. Por mi parte, le sigo como fiel amante y me dejo querer, ya sea martirizando mis pies sobre este "malpaís" que dicen en la Isla de Fuerteventura al referirse a su suelo, por donde sólo transitan las cabras o alguien como yo pisoteando los cortantes fragmentos de pizarra, o dejándome acariciar por estas aguas benditas, que sin haber sido bendecidas por ritual eclesial, han sido besadas por la Madre Naturaleza.

Zambullirse en este plateado embalse cuando nada turba el silencio, y los pececillos, como pulgas, rodean el cuerpo, es como tocar el cielo del Olimpo bajo sinfonía de dioses.

Así siento yo los estertores del verano, del calor, de la placidez infinita que me proporcionan los lugares de mi infancia, en el Embalse de Ricobayo (Zamora).

3 de septiembre de 2006


Invierno
o lobos en una estación seca
Germinamos por todas partes
Amando la lluvia,
Adorando el otoño.
Un día incluso pensamos en mandar
Una carta de agradecimiento al cielo
Y en lugar de un sello
Pegarle
Una hoja de otoño.
Creíamos que las montañas se desvanecerían,
Los mares se desvanecerían,
Las civilizaciones se desvanecerían
Pero permanecería el amor.De pronto nos separamos:
A ella le gustan los grandes sofás
Y a mí me gustan los grandes barcos,
A ella le gusta susurrar y suspirar en los cafés
Y a mí me gusta saltar y gritar en las calles.
A pesar de todo
Mis brazos se abren al universo
Esperándola.

Muhammad Al Magut

2 de septiembre de 2006



Plateada por el rubio sol,
Zamora calla:
Al susurro del viento
al eco antañón del poema de Claudio,
poeta de vino y taberna,
poeta del Duero
poeta huérfano
de casas y de hermanas.

Poeta de agua y hojas:
Hojas aventadas
sobre el agua mansa.

Hoy, Zamora se miraba
y la miraba.
Mi vieja Zamora,
mi tierna y dulce Zamora
que acarician mis ojos
y mis días.

Espejos del alma
espejos de sombras.

Espejos doloridos.