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28 de junio de 2007

CANTABRIA INFINITA

Son apenas cinco mil kilómetros cuadrados de territorio donde montañas, valles y costas hacen de Cantabria un lugar de ensueño, de cuento, como se recoge en alguna guía turística, para que el viajero tome conciencia de que se encuentra en uno de los más bellos lugares de la Península Ibérica.

La Naturaleza fue espléndida y generosa en este espacio de la cornisa cantábrica pero, como todo lo que vale cuesta, el acceso a ella tuvo que resolverse a lo largo de los siglos gracias a la tenacidad y a la inteligencia de sus hombres para que hoy, cualquier rincón, por muy inescrutable e inaccesible que pareciera, haya podido conquistarse.


Han sido cuatro días de perigraje intenso por lugares de ensueño. La Cueva del Castillo en la que se contemplan 20.000 años del Arte Paleolítico en un paseo subterráneo de apenas 750 metros, para encontrarnos con pinturas rojas, amarillas o negras, grabados de diferentes tipos que representan animales, complejos signos o formas de miembros, como manos, una constante que se repite a lo largo de todo el recorrido para comprender que el hombre primitivo confería una importancia fundamental a su mejor herramienta.

En el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, un territorio de tierra rojiza, parcialmente cubierto por abundante vegetación, el oso ibérico, el rinoceronte, la cebra o el gorila, conviven en perfecta armonía como ejemplo de lo que el hombre puede desarrollar con inteligencia. Fue Hormaechea, injustamente denostado en su momento, el artífice de este espacio creado artificialmente, hoy s uno de los lugares más celebrados y visitados de Cantabria. Todo llama la atención durante el recorrido, pero el punto exacto donde aparecen los gorilas es donde el hombre más se extasía y permanece, tan atrayente le resulta ver los gestos y movimientos de sus antecesores.





Situada en los municipios de Valdáliga, Herrerías y Rionansa, con vistas al mar y a la montaña, nos encontramos con El Soplao, una cueva cuyas características irrepetibles, la convierten en referente de todos los espeleólogos del mundo. Su interior constituye una maravilla geológica y espeleológica a nivel internacional pero al mismo tiempo constituye un grandioso espectáculo para cualquiera que llegue hasta ella aunque lo ignore casi todo sobre espeleología. Su acceso se hace a través de un tren minero que, tras recorrer 400 metros, nos sitúa a la entrada de la cueva cuya longitud es de 17 kilómetros aunque la visita nos llevó por un recorrido de 1500 metros. En su interior el arte del agua nos muestra caprichosas formas de estalactitas y estalagmitas, además de los famosos aragonitos, auténticos tesoros en mineralogía y que sólo se contemplan en este recinto. Al contrario que las estalactitas y estalagmitas, crecen en todas direcciones conformando espirales y formas de difícil definición. Los expertos todavía no se han puesto de acuerdo sobre el orígen de esta excéntrica formación.



El recorrido por las localidades de Suances, San Vicente de la Barquera, Comillas, bellísima ciudad, donde se pueden admirar la suntuosa Universidad Laboral de un esplendoroso gótico, o el Capricho de Gaudí, hoy lujoso restaurante, inmerso entre gigantes árboles y extensos prados, hacen del lugar eso que los dioses denominaban su olimpo.

Arquitectura y paisaje, gastronomía y formas de vida. Todo es en Cantabria, reposo y paz, progreso y evolución y un talante especial en sus gentes alegres y hospitalarias que invitan a volver y, si fuera posible, permanecer.

















Si en la colina más alta de Atenas, hubo un tiempo, en que se asentaron los dioses para homenajear a la Diosa Atenea, mucho tiempo después, en Cantabria, la diosa naturaleza dispuso de sus mejores recursos para que los hombres se sintieran como dioses.
Gracias al Gobierno de Cantabria y gracias al amigo Andrés Alonso, Jefe de Recursos Turísticos, por su amabilidad y gentileza al propiciar este encuentro.

24 de junio de 2007

Cantabria: Valles Pasiegos


El río Pas, era para mí, simplemente una palabra de tres letras habitual en los crucigramas españoles y que venía a casar con otras, horizontales y verticales. Sabía que el río Pas era un río cántabro y poco más. Ahora sé que se le denomina de esa forma porque era un río de paso que permitía a los moradores que con él convivían, sortear la escarpada orografía de la cordillera cuando la nieve se convertía en agua limpia y cristalina y desaparecían los impedimentos para los desplazamientos

Por eso, cuando se accede a estos Valles Pasiegos se comprenden las dificultades con las que sus habitantes tuvieron que luchar pero al mismo tiempo se percibe también la modernidad que facilita el trabajo y que ha hecho evolucionar a nuevas formas de vida, sin renunciar a sus tradiciones más ancestrales como es la ganadería, tan favorecida, gracias a la generosa naturaleza de esta hermosa tierra.

En estos valles se aprende el verdadero sentido de la vida. Se disfruta de la propia filosofía que se desprende de sus gentes y de su actitud ante el futuro, siempre abierto a las nuevas perspectivas, a su inmenso potencial natural. Aprender a vivir y a gozar. En el Valle del Pas, aprendí, hace apenas unos días que cuando las vacas están acostadas en los prados es porque va a llover. Lo dijo una intelegente amiga de viaje, alguien que disfruta con la observación de campo. Poco tiempo después llovía torrencialmente. Las vacas permanecían quietas, dejando que resbalara la lluvia sobre su piel. Y la irlandesa Patricia añadió: "Y las vacas se quedan quietas, acostadas, para que su cama permaneza seca y así proteger sus barrigas de la humedad." A Patricia le recordaba mucho Cantabria a su querida Irlanda.



22 de junio de 2007

Embalse de Ricobayo (Zamora)



Transparente quietud. Junto a la tierra
rojiza, desecada hasta la entraña,
con aridez que es ya calcinación,
se abre el Mediterráneo. Hay pino bajo,
sabinas, pitas, y crece el tomillo
y el fiel romero tan austeramente
que apenas huelen si no es a salitre.
Quema la tramontana. Cae la tarde.
Verdad de sumisión, de entrega, de
destronamientos, desmoronamientos
frente al mar azul puro que en la orilla
se hace verde esmeralda. Vieja y nueva
erosión...

Claudio Rodríguez
"Frente al mar" del libro II de Alianza y Condena

El poeta se encontraba frente al mar, viéndolo desde un lugar llamado "Las Mayoas" Ibiza.





Lejos de su tierra, Zamora, y lejos de su río, el Duero, tal vez, también, lejos del Esla, afluente de aquél. Lejos de todo ello Claudio soñaba como sueñan los seres solitarios, como yo soñaba ayer, muy lejos de Ibiza y de "Las Mayoas". Me embargaba el aroma a tomillo y a romero de mi tierra, me acariciaba la brisa del agua mansa sobre el cerro de Peñimaña, los ojos oteando, como los del halcón, la anegada cueva del Castillo.
Me rodea esta quietud, lienzo verde
con primor bordado. Bastidor de miel
e hilos de agua. Y va cayendo el día
mientras las nubes bajan y yo tiemblo
de nostalgia y saudade portuguesa.
Todo es verdad y mentira. Todo es.
Todo fue quimera y todo sueño fue
frente a este río mío: río Esla.

13 de junio de 2007

Muelas de Pan (Zamora) Mi tierra mi gente





Escribió Unamuno: "voy a pasear por el campo para encontrarme con el pastor y hablar de filosofia..." Y yo escribí hace algunos años en uno de mis poemas. "he recorrido las selvas, los mares, los continentes..."
Ayer he vuelto a pasar por aquéllos caminos verdes por los que gustaba a mi padre pasear y a mi abuelo atesorar. Ayer, tras una jornada familiar con mi madre y hermanos he vuelto a sentir la tierra que nos gime en su interior y nos une al ser acariciada. Ayer se hizo el líquen polvo entre los dedos mientras algunos símbolos del alfabeto ibérico reposan para siempre sobre la "peña redonda", allí, donde mi abuelo trillaba la mies en los tórridos veranos. Ayer supe que mi abuelo escondió en un tubo de plomo algún dinero y cuando fue a recogerlo se lo habían comido los ratones. Ayer éramos muy niños y hoy somos protagonistas de nuestra historia, de una historia simple que hoy nos acompaña, como acompañan mis pasos a esta tierra nuestra.


























5 de junio de 2007

Romería de los "Viriatos" o "Pendones" - Fariza


















Entre oloroso tomillo, jaras engalanadas de encaje y flor gualda de escoba, se celebra cada primer domingo de junio la romería de los Pendones en Fariza. Una espectacular marcha humana caminando al unísono hasta la ermita, desde donde se divisa el embarrancado Duero, viene a corroborar que al hombre le fascinan las manifestaciones populares, donde se mezclan la fe, el folclore y el deseo constante de perpetuarse en el tiempo.

Los viriatos o pendones son blancos, impecablemente blancos, de siete metros de altura que cada una de las localidades que rodean a Fariza, incluida Arganín, llevan ese día hasta la ermita de la Virgen del Castillo, en Fariza de Sayago.

Del ástil de madera, rematado en un bola vegetal de 'carrasquero' parten tres vientos que sujetan otros tres hombres –cordeleros– para ayudar al cuarto, que carga con todo el peso de Viriato, apoyado en el ancho cinturón de cuero.

Las gaitas, las salves a la vírgen, la alegría del pueblo y la fuerza que imprime esta tierra sayaguesa, fueron los protagonistas de esta fiesta bellísima y antropológica, una más, de las que se celebran en la provincia de Zamora.