Me despido del verano como las hojas marchitas en otoño, dejándose llevar a merced del viento, agitadas y estremecidas, huyendo de acá para allá, sin saber exactamente donde detenerse.
Hay veranos así, opacos, de tan claros- ensombrecidos- de tan cálidos, helados. Hay veranos que sonríen, ríen a carcajadas y lloran a un tiempo.
Me despido del verano en familia, visita al vecino Portugal y dando un breve paseo en barco por las aguas del río de mi pueblo. Bendito río y bendito pueblo, sosiego de mis ansias, sosiego de mis miembros. Este verano loco, el Esla ha estrenado un pequeño pantalán del que parten escuetas embarcaciones donde se rema y pedalea o se surcan las aguas en catamarán para descubrir nuevos paisajes allende las playitas conocidas y abruptas orillas.
El Esla tiene mucho que decir. Mucho me dice a mì.
Hasta la vista amigos. Hasta pronto.