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18 de abril de 2010

En la Acrópolis


El día se va en Atenas.


La colina de la Acrópolis. Siempre en obras.


Ruinas del Teatro Herodes Aticus.


Esbeltas columnas coronan la entrada al recinto de la Acrópolis.



Estás ubicadas en la Acrópolis de Atenas.
Las Cariátides, esculturas con forma de mujer que sostienen el entablamento.
Fueron unas esclavas de Carias, las que "posaron" para realizar las esculturas. Lo que vemos son copias. Las originales están, cinco de ellas en el museo de la Acrópolis, la sexta en el Museo Británico.





El Partenon, bellísimo y espiritual, pese a los andamios que no acaban de desaparecer. El lugar mantiene la magia y el recogimiento que el arquitecto Ictino quiso para honrar a la Diosa Atenea.



16 de abril de 2010

En torno a la Acrópolis de Atenas















Caía la tarde y el tiempo se echaba encima mientras nos encaminábamos hacia la colina de la Acrópolis. Cualquier camino hace llegar al templo de la Diosa Atenea y nuestros pies nos llevaron por el más recto. Tras dejar una de las calles, ya en pendiente, las callejuelas se fueron estrechando, zizagueando a izquierda y a derecha, sin orden sin medida. Las paredes blanquísimas hacían destacar los exultantes geranios, las plantas incustradas en sencillos maceteros. El silencio absoluto dejaba oir nuestros pasos sobre el suelo de barro o de piedra caliza, resbaladiza por el uso. Los gatos tomaban el tibio sol de la tarde. Algunos se enroscaban en nuestros pies.

Imposible perderse porque, a cada paso, un sencillo rótulo indicaba: "Acrópolis".
Al fin salimos de la abigarrada primera ciudad helena. El Partenon allá en lo alto. Cerrada las verjas. Volveríamos al día siguiente por la mañana. Mientras tanto, el ocaso dejaba ver la ciudad de Atenas en medio de la bruma. La colina del Likabeto al otro lado, vigilante permanente del templo más famoso del mundo, el Partenon.

Sobre la caliza roca, algunos turistas, como nosotros, hacían fotos a las columnas del templo donde se sitúan las Cariátides, esas beldades de la ciudad de Carias, que posaron para el artista que creó las bellísimas columnas que los británicos "atesoran" en su museo. En Atenas se conforman con las copias. Nosotros también.

"Cuántos arroyos de lágrimas eché abandonándote. Cómo suspiraba extendiendo las manos hacia tu Acrópolis, rogando a Atenea que salvara a su siervo para que no te abandonara"
Juliano, Emperador bizantino


Y regresamos a la ciudad de Atenas en vertiginoso descenso. Las calles atestadas de gente triste, de tenderetes, de vendedores intentando sobrevivir en medio de la difícil situación que atraviesan.

No es difícil sustraerse a la gran emoción que produce esta ciudad.

3 de abril de 2010

Concheros Hispanos en la ermita de El Rocío












Una vez al año esta asociación "Concheros Hispanos" se reúne en el Rocío para conmemorar la evangelización de los indígenas mexicanos por los españoles.

Ataviados como encontró Colón a los indios de América, se reúnen y se acercan a la ermita para cantar, danzar y procesionar.

2 de abril de 2010

ISLA ANTILLA "Iberostar"












Acostumbrados a la indiscriminada urbanización de la mayoría de las costas españolas, donde la belleza natural de sus playas ha sido invadida por enormes bloques de cemento donde los apartamentos y las cadenas hoteleras se disputan un espacio para atisbar unos metros de mar para ofrecer a sus ocupantes, resulta soprendente la costa de Huelva, de interminables playas donde la naturaleza se desparrama por doquier para el placer de la vista y del espíritu.

La cadena hotelera Iberostar, ha distribuido a lo largo de estas costas privilegiadas sus magníficos establecimientos. El Campo de Gibraltar, Isla Canela e Isla Antilla son un ejemplo donde se combina el confort y la atención personalizada con el paraje natural de sus costas.

Durante el pasado fin de semana, y de la mano de Francisco Rivero, coordinador de la visita a Isla Antilla y de Miguel del Fraile, un grupo de profesionales de turismo han participado del viaje de familiarización que la cadena hotelera Iberostar ha tenido a bien ofrecerles.

Han sido cuatro días, pero suficientes para reconocer que esta zona del sur de España ofrece, milagrosamente, todo lo que el viajero busca en esta época de prisas y de aprietos: paisaje, naturaleza, silencio, gastronomía, amabilidad, deporte, relax y amistad. Porque de todo esto ha habido y lo que es más importante, el afecto y el recuerdo que permanecerán indelebles en la memoria.

En estas jornadas, además del amabilísimo trato por parte del director del establecimiento Daniel Berrocal, que acompañó en todo momento al grupo, pudieron disfrutar, a placer, de las instalaciones de spa, sauna, jacuzzi y masaje personalizado. El tiempo fue aliado y permitió que la brisa del mar y la caricia del sol fueran cómplices acompañantes.