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16 de abril de 2010
En torno a la Acrópolis de Atenas
Caía la tarde y el tiempo se echaba encima mientras nos encaminábamos hacia la colina de la Acrópolis. Cualquier camino hace llegar al templo de la Diosa Atenea y nuestros pies nos llevaron por el más recto. Tras dejar una de las calles, ya en pendiente, las callejuelas se fueron estrechando, zizagueando a izquierda y a derecha, sin orden sin medida. Las paredes blanquísimas hacían destacar los exultantes geranios, las plantas incustradas en sencillos maceteros. El silencio absoluto dejaba oir nuestros pasos sobre el suelo de barro o de piedra caliza, resbaladiza por el uso. Los gatos tomaban el tibio sol de la tarde. Algunos se enroscaban en nuestros pies.
Imposible perderse porque, a cada paso, un sencillo rótulo indicaba: "Acrópolis".
Al fin salimos de la abigarrada primera ciudad helena. El Partenon allá en lo alto. Cerrada las verjas. Volveríamos al día siguiente por la mañana. Mientras tanto, el ocaso dejaba ver la ciudad de Atenas en medio de la bruma. La colina del Likabeto al otro lado, vigilante permanente del templo más famoso del mundo, el Partenon.
Sobre la caliza roca, algunos turistas, como nosotros, hacían fotos a las columnas del templo donde se sitúan las Cariátides, esas beldades de la ciudad de Carias, que posaron para el artista que creó las bellísimas columnas que los británicos "atesoran" en su museo. En Atenas se conforman con las copias. Nosotros también.
"Cuántos arroyos de lágrimas eché abandonándote. Cómo suspiraba extendiendo las manos hacia tu Acrópolis, rogando a Atenea que salvara a su siervo para que no te abandonara"
Juliano, Emperador bizantino
Y regresamos a la ciudad de Atenas en vertiginoso descenso. Las calles atestadas de gente triste, de tenderetes, de vendedores intentando sobrevivir en medio de la difícil situación que atraviesan.
No es difícil sustraerse a la gran emoción que produce esta ciudad.
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1 comentario:
Olá Concha.
Estou de volta ao meu blog depois de tanto tempo!Com estás?Um abraço.
Fernando.
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