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30 de mayo de 2007

Melilla: encrucijada de culturas































































Vistas así las cosas y a esa distancia, parece como si no hubiera transcurrido el tiempo.-me refiero a la primera fotografía- Sin embargo, una inocente lupa me lleva a la cruel realidad: los años no perdonan y la piel no lo resiste.
Viene esta introducción a cuento de que visité Melilla por vez primera en viaje de novios. Recorríamos Andalucía y al llegar a Málaga se nos ocurrió atravesar el estrecho -sería nuestro primer vuelo- y conocer la ciudad melillense. Estoy hablando de hace casi cuarenta años. Los hará el próximo febrero.
Lo poco que yo recuerdo de aquella ciudad ubicada en el norte de África eran sus destartaladas calles sin asfaltar, moros y cristianos deambulando sin rumbo y casi sin sentido. Un olor pestilente, suciedad, miseria, pobreza. Recuerdo habernos alojado en un "hotel" donde, para tomar un baño había que bajar por una interminable y fría escalera hasta unos recintos extrañísimos. Todo era triste y no invitaba a permanecer allí. Una noche de estancia bastó. La imagen de Melilla era borrosa y casi inapreciable para mí.
Por eso, arribar hoy a Melilla ha sido una de las más gratas sorpresas que he recibido en mucho tiempo. Para empezar, he descubieerto una ciudad modernista, con aires cosmopolitas, de impecable trazado en calles y plazas de las que emergen importantes edificios construidos a principios del siglo XX cuando la ornamentación se cuidaba en formas y volúmenes. Se apostaba fuerte por esta ciudad que avanzaba firme hacia la modernidad. Hoy los fondos europeos han hecho el milagro. Como ha ocurrido con otras ciudades españolas, a Melilla se le ha lavado la cara: se han rehabilitado fachadas y edificios, se han logrado nuevas infraestructuras, se han embellecido parques y jardines, se ha dotado de moderno mobiliario urbano y la ciudad es una belleza.
Melilla ha aprovechado su situación privilegiada, geográfica y económicamente y se ha convertido en una ciudad de grandes posibilidades turísticas al reunir todas las condiciones que se requieren para que así sea: historia y modernidad, multiculturalidad, sabores gastronómicos, aventuras en el desierto, deportes naúticos, excelentes compras, espléndidos hoteles, diversión y un larguísimo etcétera. Y todo ello junto a unas playas de finísima arena blanca y unas aguas transparentes y cálidas.
Y mientras sucede todo esto, Melilla prepara su futuro para convertirse en Patrimonio de la Humanidad porque antes que un derecho es un deber para que así sea. Argumentos le sobran: bienes materiales sustanciados en valores Modernistas, arquitectura y urbanismo, sus recintos fortificados de los S.XVI y XVII; bienes inmateriales como son la convivencia pacífica de diferentes etnias y religiones como la musulmana, judía, bereber, cristiana e hindú.
Y a todo esto se suman los bines especialmente recomendados por la UNESCO como son los bienes NATURALES, como por ejemplo las islas Chafarinas.
Melilla es una ciudad con una calidad de vida altísima y con un poder adquisitivo medio alto que permite a sus ciudadanos vivir como al resto de los ciudadanos europeos, pero con una ventaja añadida, estar a dos pasos de Europa y de Africa y disfrutar de ambos continentes como gusten.
Sin duda, la FEPET, acertó al elegir Melilla para celebrar allí su XXVIII congreso nacional.

28 de mayo de 2007





La ciudad de Melilla acogió, del 24 al 27 la XXVIII edición del Congreso Nacional de FEPET, Federación Española de Escritores y Periodistas de Turismo donde acudimos cerca de un centenar de socios.
Los melillenses tienen confianza en el futuro porque el presente les sonríe muy de cerca. Esta misma mañana, el taxista que me trasladaba desde la ciudad hasta el aeropuerto, satisfecho del resultado de las elecciones de ayer, me lo decía: "fíjese cómo está todo, mire qué limpieza, yo soy de Nador, pero me da vergüenza tenerlo que decir. Allí todos son corruptos, desde los que están en la aduana controlando, los mismos policías...hasta el propio rey de Marruecos..."
El taxista vive en Melilla, está casado, su mujer es feliz, sus hijos, ya enmancipados, trabajan también y todos están satisfechos con su vida. En Melilla todo el mundo vive bien.
Esa es la sensación, a lo largo de estos días, en esta ciudad colonial, modernista, abierta y alegre. Todo se ha transformado. Los fondos de cohexión europeos han hecho el milagro y quienes gestionan esos fondos lo han hecho bien. Mayoría absoluta para el de la foto del cartel.
El programa de viaje nos ha llevado al Monte Gurugú, a Nador, Mar Chica, Cabo Tres Forcas, también a la recóndita playa de Tramontana. Un recorrido alucinante por abruptos terrenos donde nos recibían cabras, monos y flamencos. Un placer para los sentidos. Un placer acercarse hasta Melilla hoy, a ese territorio africano que resulta que es Europa.
Seré más explícita y mucho más gráfica.

23 de mayo de 2007








Unas horas dan para mucho. Es el lujo de vivir en provincias que son continentes. Apenas en una hora, desde Zamora,se topa uno con el extranjero. De la meseta árida, ahora no tanto por las abundantes lluvias, se accede a la profunda garganta del arribe, allá en Miranda do Douro, donde el Duero se hace frontera, otrora casi inexpugnable. Cuentan los más ancianos historias escalofriantes que sucedían sobre esos farallones, historias de españoles y portugueses, de contrabando, de contactos, de complicidades. En la actualidad, mientras se pasea en barco acristalado e insonorizado por aguas internacionales, se evocan todas esas memorias. Un día da para mucho.
Apenas una hora de coche, se llega hasta Pereruela y se disfruta de la alfarería popular, de cacharros ancestrales, de artilugios concebidos por locos artistas que, como Coomonte, de cualquier cosa,son capaces de construir una obra de arte. Eso se lo dijo su madre al gran escultor, siendo un niño.
Y todavía, en el mismo día, pudimos admirar el taller-museo de este hombre universal que encandila por lo que hace, por lo que dice y por cómo es. Pero Coomonte, merece un post entero. Será el próximo.

17 de mayo de 2007










Para quién se engalana, perfumado, noche y día. A quién susurra al oído
libando esencias. Para qué tanta exaltación bajo el sol...
Hoy me hice mil preguntas en este día -dicen- dedicado al mundo de Internet mientras, en derredor, la brisa me libaba a mí y mil pájaros cantaban a los grillos despiertos. Me cantaban y la piel se me erizaba y el agua volvía y me envolvía en bautismo, casi nupcial.
Todo va desapareciendo con la misma lentitud que se marchitan los pétalos blancos de la jara, los abultados capullos de la escoba, la suave blonda roja de la amapola. Hasta el dulzor de los pámpanos en mi boca será hiel y las ansias y la sed ya no serán ni ansias ni sed.
Basta en la piel el fuerte abrazo de la primavera.
Basta.


15 de mayo de 2007

Artesanía y folclore en Zacatecas - México










Dicen las gentes de Zacatecas que "el arte y la cultura se desbordan por calles y callejones, plazas y plazuelas, teatros y escenarios". Y dicen la verdad porque el arte es flor estacional y emerje en cada época del año. Y como las flores, el arte en Zacatecas, adopta los más bellos colores, los más cadenciosos movimientos, dejándose mecer por la brisa o por la arcilla multicolor de la madre tierra.

Dicen las gentes de Zacatecas que los jóvenes, cuando danzan, golpean el suelo con fuerza, con vigor, para desperezarse las piernas de las largas caminatas del nomadismo. Dicen que, hubo un tiempo, en que se masajeaban los tobillos con hierbas alucinógenas para resistir.

Dicen y nos cuentan, con una lengua primorosa, las gentes de Zacatecas, que existen dos tipos de personas: los artistas y los difusores de arte. Los primeros crean formas, sueños, palabras, los otros son los proclamadores de ese arte, los que gritan a los demás lo que han visto, lo que han sentido.