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28 de abril de 2007

25 de abril de 2007















Los amigos Lara, Luís y los amantes del País Leonés (León, Zamora y Salamanca) andan reivindicando por ahí que se reconozca de una vez nuestro territorio, otrora muy bien delimitado, y que quedó diluído, disperso en la gran comunidad castellanoleonesa. Razón no les falta porque, si bien, tenemos mucho en común las provincias citadas y mucha identidad compartida, poco se nos reconoce tras la inclusión obligada.
Viene esto a cuento de la grata jornada que disfrutamos el día de la fiesta de la Comunidad en la que nos reunimos unos cuantos amigos en campo abierto, en Sayago para más señas, tan afín al campo de Salamanca, donde se ama a la naturaleza como se aman a los animales que la habitan, donde se conoce al detalle el tiempo de las gestaciones de cabras, ovejas, vacas, yeguas o patas. Un mundo ajeno y extraño a los ciudadanos de la urbe, un mundo, en suma, que se pierden.
No faltó el rescate de palabras ya en desuso que proferían nuestros abuelos, ni faltó la clase práctica de taichí entre las féminas, que aprisionaban ese globo imaginario de energía y lo atraían para si, queriendo introducirlo en sus entrañas. Ni faltaron las canciones, ni las largas caminatas entre vacas, ovejas, junto a riachuelos cuajados de margaritas, ni, por supuesto, prescindimos del buen yantar.
Ni faltó en ningún momento Iva, la niña búlgara, que fue fotografiando a cada instante el jubiloso día.
Es bueno tener amigos y es más bueno todavía que éstos amen la naturaleza y la muestren con la misma ilusión que la viven.
Aprendimos muchas cosas: aprendimos a compartir y aprendimos a convivir. Supimos que una cuerda vieja, ya en desuso, entre otras aplicaciones, sirve para enrollarla e introducirla en el hueco del tronco de una encina para que en ella aniden las aves.
Ya atardecido, cuando la noche ya era dueña, nos despedía el multitudinario sonido de los grillos. Como una sinfonía espontánea, sin haber sido ensayada.


23 de abril de 2007

Salamanca: sin igual


































Para qué nos vamos a engañar. Salamanca es el referente, es esa ciudad europea a la que una cita cuando viaja por el mundo y le preguntan de dónde viene. Yo siempre recurro a Salamanca, porque Zamora, pese a ser esa ciudad bellísima, con su singular catedral y con ese Duero rumoroso que me inspira tantas veces, Zamora no suena. Por eso, yo siempre digo: ¿conoces Salamanca? sí -responden todos- y yo añado, pues justo a sesenta kilómetros, al norte de esa ciudad universal. Y casi todos suelen añadir con admiración: ¡¡¡ohhhhhhhhhhh!!!!
Hay que reconocerlo y proclamarlo, Salamanca es esa ciudad viva, a cualquier hora, es esa ciudad donde el gentío bulle por doquier y uno se siente ciudadano del mundo.
La ciudad del Tormes nos recibió el pasado fin de semana a los miembros de ACLEPT, Asociación Castellano y Leonesa de Escritores y Peridodistas de Turismo para celebrar nuestra Asamblea Anual. El lugar, el Hotel Regio, por fortuna en pie. Y digo, por fortuna, porque el que fuera emblemático y legendario Gran Hotel, aquél que tanto supo de toros y toreros, de historias apasionadas y sin pasión alguna, anda de capacaída. Potentes artilugios destructivos lo hacen caer, sin prisa pero sin pausa, por mor de la especulación urbanística. Según me dijeron, en su lugar, van a construir no sé cuántos apartamentos de lujo. He querido dejar constancia de ello en este post. Una pena.
Pero hay que reconocer la monumentalidad de esta ciudad del Tormes, cuajada de casas palaciegas, de fachadas platerescas. Ayer se arremolinaba la gente frente al Palacio de Monterrey, el palacio de la gran Duquesa Cayetana, esa señora, casi monumento nacional, famosa acá y acullá, ahora también de capacaída. Ella por la edad, que no perdona ni a las duquesas más ricas y famosas del mundo. Sin embargo, esas dos circunstancias no interrumpían el ritmo de la ciudad. Los foráneos a disfrutar y los autóctonos a trabajar: las grúas del Gran Hotel sin parar pese a ser domingo. Y el personal de hostelería dejó constancia de su buen hacer y profesionalidad para atender al público. Hasta nuestra amiga María Jesús, responsable de Turismo de Salamanca nos vino a dar la bienvenida restando tiempo a su jornada de asueto. Y es que Salamanca tiene ese señorío de nacencia porque como dice el sabio refrán: -que nunca se equivocan los refranes- "para saber, Salamanca".
Salamanca es esa ciudad única en el mundo a la que no hay que envidiar, sino admirar y visitar con frecuencia. Y los de Zamora estamos tan próximos....

20 de abril de 2007

18 de abril de 2007





Lo ignoraba, lo confieso. Hoy se ha celebrado el día mundial de la voz. Una bloguista de Lisboa, Dulce, me lo ha descubierto en su blog y escribe un bello texto sobre la voz, sobre la nostalgia de una voz, tal vez sobre la carencia de una voz.

Esta tarde yo he divagado y vagado junto al Duero y me envolvía esa luz. ¿Hay un día mundial de la luz? Lo ignoro también. Pero si no lo hubiera yo lo propugno y parto de esa luz que me proporciona Zamora, mi ciudad, cada día, al amanecer o al ocaso, al mediodía o a las cinco de la tarde. La luz de Zamora es infinita. No se extingue nunca y los ojos se hacen agua y el alma se hace añicos y Vivaldi no conoció Zamora pero sus "Estaciones", bien pudiera ser que aquí las soñara, en Zamora, junto al Duero, junto a tantos poetas que dejan deshojar sus versos con medio azumbre de vino o bebiendo sus propias lágrimas.

15 de abril de 2007


























Pues Zamora cambia de tercio, como en los toros, y de las procesiones semanasanteras se pasa a las corridas y a las romerías. Ayer fue una tarde gloriosa en el coso zamorano. A favor de alcohólicos rehabilitados. La plaza abarrotada y los toreros, de lujo, pese a ir atavidados con trajes cortos, que es como más guapos están los toreros. Perdonadme que no me acuerdo de sus nombres pero torearon, el hijo del Cordobés (el reconocido), el sobrino de Paquirri, casado con la Morante, el hijo del Niño de la Capea y alguno más que no recuerdo, pero todos torearon bien y hubo cortes de orejas, que no de mangas.


Hoy, la romería del Cristo de Valderrey. La primavera por el camino y en la pradera. Las jotas y las canciones populares y los pies a saltos. Todo en buen ambiente y comida de hermandad, unos en la propia pradera, otros en el interior del recinto anejo a la pequeña ermita donde se venera al "Cristico", al Santo Cristo Valderrey. Yo, de buena mañana acudí en mi vieja bicicleta, a tiempo para captar la breve procesión sobre el monte, previa a la tercera misa. Mi bici, mi "democracia" como la llamo - tiene los mismos años que muertos lleva el dictador- la conservo como oro en paño pues, visto lo visto, es la única democracia que poseo.


Perdonad mi ironía pero hoy me siento así. Será la romería. Y la primavera.