Powered By Blogger

22 de julio de 2009

Coria (Cáceres)















Poco, o nada, sabía yo de Coria, salvo que una amiga de juventud era de allí oriunda y, cómo no, había oído hablar de su famoso Bobo, “El Bobo de Coria” como de otra no menos famosa: “La Dolores de Calatayud”. Apenas nada.
Por eso, al arribar a Coria, quise saber quién era aquél bobo tan mentado, siendo así que descubrí todo lo que hay que saber del susodicho. Al parecer, a decir de algunos, su nombre era Juan Calabazas o Juan Calabacillas, aunque la versión más creíble dice que el verdadero nombre del Bobo de Coria era Juan Martín.

El “Bobo de Coria” era un discapacitado mental y físico, (un “cretino”, como se le denominaba en aquellos tiempos), pero tan simpático y atinado que formó parte del séquito del Duque de Alba, que por su título de Marqués de Coria, era señor de aquella población. Y tanto agradó a Felipe IV, que tuvo que cedérselo el Duque entrando a formar parte de la Casa Real y de la servidumbre. El Bobo, no tanto, recababa información, chascarrillos de unos y de otros, teniendo informado al Duque de lo que se decía de él, sabiendo así quiénes eran sus fieles o sus traidores. Una bonita historia que cualquier cauriense se complace en referir.

Coria es una de las principales poblaciones de la Alta Extremadura. Se sitúa a la derecha del río Alagón el que ha propiciado importantes asentamientos humanos, desde el Paleolítico. Río vigoroso por el que, hoy, se pueden escrutar sus orillas en frágiles canoas, salvando benévolos rápidos que hacen las delicias de quienes se atreven a dejarse llevar por sus aguas.

Su recinto amurallado, construido entre los siglos IV y V, constituye uno de los monumentos más destacados de Coria. Sus puertas, la de la Guía y la de San Pedro, conservan todavía parámetros romanos.

Destaca, cómo no, el palacio del Duque de Alba, en el que se puede contemplar un mirador renacentista formando una elegante columnata jónica con balaustrada. El Palacio Episcopal, del siglo XVII, la Cárcel Real o la Iglesia de Santiago, ambas del XVII y un gran elenco de nobles edificios que conforman el singular patrimonio artístico de Coria.

A Coria se llega por innumerables razones pero, tal vez, lo más celebrado sean sus fiestas, sus costumbres, su forma de vivir las celebraciones, como, por ejemplo, los encierros, “encerrar al toro”. Esta tradición, aunque sus orígenes se remontan a época de los vetones, hay que datarla cuando el Duque de Alba compra el condado de Coria al clavero de la orden de Alcántara allá por el siglo XV. Es a partir de ese momento cuando la casa de Alba regala un toro para que sea corrido y toreado por los mozos del pueblo.

En la actualidad, el día del Corpus, la corporación municipal nombra a un Abanderado, quién lanza el primer cohete señalando que comienza la fiesta.
A partir de ese momento, Coria entera ya está preparada para vivir sus momentos más emocionantes.

El día 23, el Abanderado prende fuego al “capazo” y comienza el ritual de fuego y toro que culmina cuando el toro irrumpe, acompañado de las vacas, en la plaza, llenando de tensión al respetable que abarrota los lugares del barrio viejo, por donde pasará la manada.

Coria tiene una gran tradición taurina. Su tierra, donde abundan las dehesas, como en toda Extremadura, presume de criar los toros más famosos del mundo como los “vitorinos” a los que dan nombre, Victorino Martín, hombre afable y sencillo, a decir de quiénes bien le conocen, que muestra a quien se lo solicita su museo privado. Allí, entre miles de trofeos y galardones de todo el mundo, se puede ver, disecado, al toro " Belador", el único toro indultado en la Plaza de las Ventas de Madrid, lidiado por Ortega Cano, en la feria de San Isidro de 1982. Un ejemplar bello, como es este animal ibérico, al que muchos, sólo le sitúan en el campo, siempre fuera de las plazas. Pero ya se sabe que el mundo del toro es controvertido y cuestionado.

Al margen de las tradiciones taurinas, Coria también cuenta con una actividad cultural notable donde no faltan los conciertos y representaciones a lo largo de todo el año, de la mano de los artistas más renombrados. Sus museos, como el catedralicio, albergan numerosos tesoros como es el famoso mantel de la Última Cena o la colección de frescos de la escuela de Rubens.

Sin duda, es un lugar que hay que conocer para descubrir su historia, su cultura y sus curiosas tradiciones. Y al margen de todo ello, Coria también es un ejemplo a seguir, ya que, al contrario de lo que ocurre en otras localidades españolas, que ven disminuir su población, según un estudio de “La Caixa”, la provincia de Cáceres crece en estos últimos años, siendo Coria, entre otras importantes poblaciones cacereñas, la que lo ha hecho en un 8,6 por ciento, por mor de haber sabido potenciar sus recursos y transformar sus costumbres para adaptarlas a los tiempos modernos.

El viaje, celebrado los días, 17,18 y 19 del pasado julio, fue organizado por: www.extremadura.com de la mano de Alejandro Barredo, su principal responsable. Al mismo, asistieron diferentes periodistas de distintos puntos de España.

19 de julio de 2009

Paisaje pétreo en Muelas del Pan (Zamora)


































Apenas una suave brisa, el placer de dejar discurrir la imaginación mientras la mirada va saltando de acá para allá buscando las formas, intentando descubrir algún fantasma perdido en el tiempo, dejado atrás hace mucho tiempo.

Este lugar es el lugar. Siempre tenemos un lugar que hemos diseñado con placer y detenimiento. Ese lugar al que siempre se desea volver. Ese lugar donde las piedras se acarician... se besan..., tal es su vida, tal es su fuerza. Un lugar al que se desea volver, una y otra vez.


Un año más. Un verano más. Y todo en el mismo lugar, en el punto exacto donde lo dejé. En aquél instante en que el aroma del paisaje llenaba mis pulmones. En el instante en el que dejé que se embriagaran mis sentimintos. Hoy he vuelto a sentir aquél aroma, aquella sensación tan especial, aquella brisa que permanece indeleble a través de los años. Como el amor eterno.

Un año más.

4 de julio de 2009

Lituania




Casas de Nida (Néringa)








Imágenes de Kaunas

Antiguo cuartel de la KGB, en Vilnius



Castillo de Trakai







Imágenes de Vilnius

Lituania es el mayor de los mini-estados bálticos. Sus más de 700 ríos y arroyos, alimentan bosques y cerca de 300 lagos. El río Nemunas atraviesa el país de este a oeste y todavía, hoy, sigue siendo una importante ruta de transporte.

Su población es de 3.646.O41 habitantes, siendo Vilnius su capital, con 579.000
(1.999)

Existe una hermosa leyenda sobre la fundación de Vilnius. Cuentan que en 1320, el Gran Duque Gediminas, tras una dura jornada de caza, mientras dormia, soñó con un lobo de hierro que aulló con la voz de cien lobos. Se dice que el lobo ordenó al Gran Duque que construyera una ciudad tan poderosa como su propio aullido. Sin embargo, cuenta la historia que mucho antes de esta época, Vilnius ya era un importante centro comercial y político gracias al acceso del Río Neris al Mar Báltico y al Mar Negro.


Lo cierto es que entra la leyenda y la historia Vilnius es una ciudad colorista y singular donde la cultura y el arte llevan al viajero a no pocas sorpresas. Su casco històrico es uno de los mejores conservados de Europa Oriental y ha sido declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad desde 1994.

Pasear por sus estrechas calles es revivir el pasado de una historia que se refleja en cada rincón, en sus patios cerrados, en sus palacios, en su riquísima y variada arquitectura, donde el barroco, el gótico o el renacentista compiten en belleza y elegancia. Es famosa su catedral y la torre de Gedimino que luce bajo el sol de la primavera lituana, como lucen de la misma forma las fachadas de los palacios y las mansiones de los duques lituanos.

Precisamente, este mismo año de 2009. Vilnius ha sido Capital Cultural de Europa por haber sabido aunar la tradición cultural europea adaptándola a los nuevos retos. También, en este mismo año, se celebra el milésimo aniversario de la primera mención del nombre de Lituania.

La singularidad de esta ciudad queda patente de diferentes maneras. Pasenado por las orillas del río Neris, el curioso disfrutará del juramento de amor de las dos orillas. Descubrirá cómo se dice "te quiero" en lituano (As tave myliu) y la esperada respuesta del amado "y yo a ti" (Ir as tave). Tan romántica idea se debe al original artista Gytenis Umbrosas que hizo sembrar a uno y otro lado del río estas lecturas con flores rojas sobre el verde cesped. Así surgieron "Las Orillas del Amor".

Y nos sorprenderá Trakai, la antigua capital del Gran Ducdo de Lituania y su romántico Castillo de ladrillo rojo construido en el siglo XIV en una isla del lago Galve. Un lugar de esparcimiento donde los paseos en barca o entre el bosque circundante colmarán los deseos de los más exigentes. El lugar es como las imágenes que ilustraban aquellos cuentos de hadas que nos hacían soñar.

Kaunas es la segunda ciudad de Lituania. Está situada en la confluencia de los dos ríos más largos del país, Nemunas y Neris. Allí se elevan las ruinas del castillo de Kaunas que fue reconstruido a principios del siglo XIV para rechazar los ataques teutónicos. Está construido en ladrillo y es de estilo gótico, una impresionante joya arquitectónica que cuenta con dos hileras de murallas defensivas. A sus alrededores se alojaba la gente por eso, con el tiempo, el pueblo se convirtió en la ciudad de Kaunas que hoy podemos disfrutar. Otros monumentos de interés de de gran belleza son, su Catedral de estilo gótico, la Casa de Perkünas, que se así se denomina porque en una de sus paredes fue encontrada la estatua del dios pagano. La Iglesia de Vytautas, también construida en ladrillo y de estilo gótico perteneció a los monjes franciscanos y en tiempo de las guerras napoleónicas existió un almacén de munición. Aquí está enterrado el escritor canónigo J.Tumas-Vaizgantas.

Neringa, maravilla de la naturaleza e incluida, también, en la lista del Patrimonio Mundial, se encuentra en un insólito paisaje donde nos vamos a encontrar con la duna de Parnidis, que tiene una una altura de 52 metros, coronada por un enorme reloj de sol en piedra cuyo gnomon ha sido derribado por el viento para demostrar que los elementos, cuando quieren, siempre vencen al hombre. Los pescadores, aquellos primeros habitantes originarios de la Península de Curonia, tenían la costumbre de instalar una veleta en el punto de la costa donde “aparcaban” sus barcos. Aún se pueden contemplar, hoy, muchas de estas casitas adornando sus tejados con sus veletas, todas diferentes. En una de ellas, a la que se accede por una desgastada escalinata de madera, para nuestra sorpresa, la Casa Museo de Thomas Mann, el famoso escritor de “La Caída. Allí los recuerdos y objetos personales del escritor, sus fotografías, sus manuscritos. Un momento evocador para sus lectores.

Y el valle o colina de las Cruces, sorprendente y extraño. Y el Museo del Diablo. Y la República de Uzupis, un lugar para ejercer el arte en libertad y sin limitaciones.
Y, cómo no, el Museo del Ámbar.

Lituania nos sorprenderá siempre, por sus paisajes, por su arquitectura, por su actividad cultural, por sus artistas, por su gastronomía, por su limpieza, por su orden, por la belleza y elegancia de sus mujeres y, sobre todo, por ese amor y respeto ilimitado de los lituanos hacia sus costumbres y tradiciones que lo demuestran constantemente con su actitud patriótica.