Las campanas de la Cristiandad han cantado la Resurrección del Señor y todavía, en Bercianos de Aliste, resuenan estremecidas las voces femeninas que en la tarde de Viernes Santo velaban a Jesús Yacente.
No es fácil olvidar lo que se vive esa tarde en esta localidad alistana donde parece se haya detenido el tiempo. Allí, la ceremonia del Descendimiento o del Desclavamiento sigue con la misma liturgia y parafernalia desde hace más de setecientos años, tal vez más. Allí, los cofrades siguen vistiendo con la misma mortaja, impecablemente blanca, que llevarán el día de su muerte. Blanco riguroso de pies a cabeza. Un blanco que cobra tintes fantasmagóricos bajo un cielo encapotado, en ocasiones rabiosamente azul.
Junto a la iglesia, bellamente engalanada en su interior, dispuestos en fila: el Crucificado al que desclavarán, primero un brazo, después el otro, el cuerpo ... y en el centro su madre, la Virgen, una imagen patética, ruda, tosca, cuya belleza se le supone, tan íntimamente la esconde. Sus lágrimas han cobrado fuerza en el rostro y se muestran como extrañas protuberancias de libre denominación. Y en último término el catafalco o urna, de madera y cristal. Tres elementos en medio del paisaje primaveral, tres elementos a los que se dirigen todas las miradas. Nadie va a perderse el ceremonial.
Y se oirá la voz del predicador subido en un estrado: "Quítese el letrero, la corona, los clavos de las manos..." y la imagen es recogida con sumo cuidado por los cofrades de la Santa Cruz que colocan el cuerpo de Cristo cubierto en el féretro transparente.
El cortejo, al completo, inicia la marcha hacia el calvario de piedra, donde los cofrades dan tres vueltas a las tres cruces de piedra para ganar la "indulgencia", rezan cinco padrenuestros a las cinco llagas del Señor para retornar, después, al templo.
Todo se ha consumado. La fe mueve montañas, la fe de los creyentes inamovible, y las conciencias de los que, atraídos por el espectáculo se acercan al lugar con la indiferencia del excepticismo, no sabrán qué decir ni qué pensar. Sentirán, simplemente.