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4 de mayo de 2012

Amorgós, la isla natural











Hay lugares de esos que, pese a su simpleza y a que no ofrecen nada nuevo, se desea volver. Y se desea volver precisamente por eso, porque se sabe lo que se va a encontrar: un paisaje limpio, sin contaminación, unas gentes sencillas, unos pueblecitos impolutos a los que pintan con flores el suelo de sus calles, a veces pintan hasta las piedras de las paredes en el campo. Me estoy refiriendo a la pequeña isla griega de Amorgós, situada en la parte más suroriental de las Cíclades, un lugar ajeno a las corrientes turísticas y a las masificaciones, un lugar al que solo se puede acceder en barco desde el Pireo tras ocho horas de navegación en un Ferry, como el de la compañía Blue Star, que es casi tan grande como la propia isla donde una se pierde entre salas de televisión o descanso, restaurantes o cafeterías, enormes cubiertas y terrazas. Una travesía de ocho horas pero que se pasan en un voleo. No en vano la navegación nos lleva por las legendarias Paros o Naxos, localidades de casitas blancas, deslumbrantes sobre el fondo terroso de las islas. El sol lo cubre todo, el cielo, la tierra, el mar. Una belleza desmesurada para lugares tan sencillos como digo. Amorgós nos recibió con la misma alegría, con el mismo programa de cada año. Por tercer año consecutivo, YPERIA 2012 consiguió reunir un centenar de films de turismo procedentes de diferentes partes del mundo. La directora del mismo, Irene Giannakopoulos, como siempre, fue excelente anfitriona. Las gentes de Amorgós están acostumbradas al trabajo, a la constancia, al sacrificio. En Amorgós apenas se nota la crisis porque siguen viviendo como lo hacían pretéritas generaciones, utilizando al máximo todos los recursos que da la isla. Son expertos en la elaboraciòn de queso de cabra, en perfumes, cuyos aromas provienen de las miles de plantas que da la tierra y que sus habitantes conocen a la perfecciòn. Plantas que utilizan tanto como  medicina  como  especias,  o para la elaboración de perfumes. Allí, en el complejo hotelero de Irene Giannakopulos pudimos ver directamente cómo se hacen salsas, pastas, exquisitos manjares, para demostrarnos que la salud de sus gentes viene de largo, viene de una  calidad de vida que no da ni el exceso de consumo, ni la tecnología, ni los avances científicos, sino por mor de una vida sencilla y de un consumo natural sin aditivos ni contaminantes. Amorgós es ese lugar al que se desea volver aunque no se espere nada nuevo.

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