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7 de noviembre de 2015

GOSLAR, EN LA BAJA SAJONIA ALEMANA











Goslar, Alemania, es la antigua capital imperial, a camino entre Hannover y Leipizig. Situada al pie del macizo de Harz, fue famosa por sus minas de plata y cobre, las que dieron vida y riqueza a la ciudad hasta bien entrado el siglo XX. Goslar pertenece a la Baja Sajonia y la cruza el río Gose. Sus minas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1.992.

La ciudad de Goslar está  rodeada de bosques jardines y la protegen murallas flanqueadas por torres. Destaca la plaza del mercado que se caracteriza por una fuente con pilas superpuestas y que se remonta a la época imperial. Sus calles y callejones estrechos y perfectamente conservados constituyen una visión medieval de gran belleza característica de los siglos XV y XVI y que vamos apreciando a medida que recorremos sus calles empedradas, los pequeños canales y las casas con entramados de madera que se conservan exactamente igual desde hace más de quinientos años.

Llaman la atención, a nuestro paso, algunos edificios como el castillo, del siglo XI, el Ayuntamiento del XV, el hotel Kaiserworth abierto desde 1494, lo que lo convierte en uno de los hoteles más antiguos del mundo, o el hospicio de St. Anne, activo desde 1498. Y así, vamos descubriendo iglesias,  exquisitos rincones que captan inmediatamente la atención del viajero como la Capilla de San Ulrico.


Pero no sólo el pueblo es histórico. Muy próximo se encuentran las minas de Rammelsberg, que estuvieron en funcionamiento durante más de 1000 años hasta su cierre en 1988. En 1992, las minas  fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad, y es cuando se inicia la reconversión en una atracción turística y hoy en día constituyen una visita muy interesante, ya que se pueden ver réplicas de las herramientas y mecanismos utilizados para extraer el mineral a lo largo de los siglos.

La actividad de estas minas comienza en el siglo X y no culminaría hasta  1988. A principios del siglo XI, el emperador Enrique II, atraído por la riqueza de la zona manda construir el palacio al pie del Rammelsberg desarrollándose la actividad de la ciudad en torno a este palacio donde se van construyendo iglesias, capillas y fuentes que van  configurando el aspecto de la ciudad hasta llegar a ser la sede de la principal residencia del Sacro Imperio Germánico.

El apogeo de Goslar se sitúa en torno a 1450 y siglo y medio después se restaura el ayuntamiento y se reconstruyen fortificaciones y diferentes casas con el típico entramado de madera. En 1552 el ducado de Brunswick se apodera de Rammelsberg hasta que las minas pasan a Prusia en 1886.

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En la actualidad, Goslar es una ciudad donde acoge un turismo de élite que gusta de apreciar una arquitectura un tanto ecléctica, donde el  románico, el gótico, el renacentista o el barroco confieren armonía y originalidad al conjunto que se nos muestra como un museo al aire libre.

Goslar recibe un turismo de élite que disfruta recorriendo tanto sus calles como los alrededores, bellísimos y pintorescos. Existen restaurantes de gran tipismo donde se sirven los más exquisitos platos de la rica gastronomía alemana, así como de los excelentes vinos y cervezas sin olvidarnos de una repostería muy variada. En Goslar, como en toda Alemania se sirven variedad de licores artesanales realizados con cerezas, ciruelas y un sinfín de  frutos de temperada.

La ciudad cuenta con unos 40.000 habitantes, y éstos, al igual que el resto de los alemanes son los primeros en proteger, mimar, conservar y cuidar su rico patrimonio del que se sienten orgullosos.  


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