Desde tiempos inmemoriales hemos sabido que a los reyes les
han gustado los deportes de la caza y de la pesca y, los monarcas españoles, han disfrutado
de estas actividades desde que se instauraron las monarquías.
Son muchos los lugares, de norte a sur y de este a oeste, de
la Península Ibérica, donde los reyes construyeron sendas, allanaron caminos y
levantaron diferentes infraestructuras para conseguir que este deporte de la
pesca facilitaran los accesos, no siempre fáciles, y poder asentarse junto a
los ríos con comodidad, en rincones y vericuetos inverosímiles.
Vamos a adentrarnos en una ruta denominada: “Los Reales
Sitios”, que debe su nombre, precisamente, a que el Rey Carlos III acostumbraba
a pescar por estos lugares y decidió acondicionarlos para facilitar los
accesos. Las diferentes actuaciones junto al río tuvieron lugar entre 1767 y
1769. Desde entonces se puede seguir el mismo recorrido que siguió el monarca a
lo largo de nueve kilómetros, desde el
nacimiento del río Valsaín, o Eresma, donde vamos a ir descubriendo una suerte
de represas, muretes, escalinatas y pesquerías, hasta llegar al embalse
segoviano de Pontón Alto.
Lo primero que llama la atención es el esmero con el que
están hechas las diferentes infraestructuras, integradas perfectamente en el
paisaje y sin romper la armonía del entorno. A veces, las propias raíces de los
árboles, en perfecta simbiosis con la tierra, fijan el firme de los senderos facilitando el
paso sin que se haya tenido que recurrir al cemento y a otros materiales artificiales como ocurre en muchas
márgenes de los ríos de España. Todo, a la vista, es naturaleza.
Las aguas del río descienden bravías entre rocas gigantes o
se desparraman por valles abiertos donde abundan las grandes praderas y los
exuberantes bosques de pinos, mientras se pueden contemplar las cimas de la
Sierra de Guadarrama con el Pico de Peñalara. Más adelante nos encontraremos
con el Puente de los Canales, construido en el siglo XVI en tiempos de Felipe
II, en piedra de sillería. Son 27 pilares los que sujetan el canal de madera.
Esta construcción es de una belleza espectacular. Sirvió para canalizar el agua
desde el arroyo Peñalara hasta el Palacio de Valsaín y llama la atención, en la
pieza central del arco, el águila bicéfala, escudo imperial de Carlos V.
El tiempo va transcurriendo placenteramente sorteando
pequeños quiebros o recovecos que el agua ha ido conformando a lo largo del
tiempo y que, caprichosa, gira a la derecha o a la izquierda, se empina por algún
repecho o baja en gráciles cascadas. A
nuestro paso, algunos caballos pastan
apaciblemente, ajenos a los murmullos de los que invaden su hábitat.
El camino va mostrando las huellas de épocas pretéritas
donde la monarquía fue dejando su impronta. Sobre una roca granítica, una
corona real, tallada, donde aparece la fecha de 1768 y el sello real de Carlos
III. Se encuentra en el tramo comprendido entre los Asientos y la Boca del
Asno.
Concluye el recorrido, tras doce kilómetros de marcha, en la
Granja, un lugar visitado constantemente por los madrileños y por los miles de
turistas que llegan a diario para disfrutar de la ciudad, de los magníficos
jardines y de sus estatuas, románticas y bellísimas, donde los arquitectos de
la época y los diferentes artistas dejaron, para la posteridad, espectaculares
edificios señoriales de gran belleza.
Destaca, sobre todo, el Palacio Real de San Ildefonso, un
edificio que sufrió numerosos incendios y reconstrucciones hasta que se
construyó uno nuevo, del gusto de la dinastía borbónica, cuando llegó al trono
de España.
Otra de las visitas obligadas es a la Real Fábrica del
vidrio donde se fabricaron las vajillas y cristalerías con las que se dotaba a
las casas reales y que exportaban a otras casas reales de Europa por la belleza
con la que estaban realizadas. Todavía utilizan la técnica del soplado y son
muchas las piezas que se siguen fabricando y que se exportan a todas las partes
del mundo.
Una ruta recomendable que se remata con el descanso obligado
en esta bella localidad de La Granja de San Ildefonso para disfrutar de su
belleza, de su arquitectura, de sus monumentos, de su gastronomía y para
recrearse en su pasado histórico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario