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13 de abril de 2021

El esplendor del Antiguo Egipto

Un grupo de 33 españoles serán recibidos el próximo sábado ante la Esfinge de Gize en el Cairo por Zai Hawass, prestigioso egiptólogo que ha descubierto importantes hallazgos en los últimos años. Recientemente ha sacado a la luz los monumentos que se hallaban ocultos en la ciudad dorada de Luxor. Este hallazgo está calificado como el más importante tras el descubrimiento de la tumba de Tutahkhamon, según palabras del egiptólogo Hamdi Zaki encargado de organizar el viaje para los españoles. Como se sabe, España siempre ha tenido excelentes relaciones con el país de los faraones, basta recordar el hermoso regalo del Templo de Debod que Egipto hizo a Madrid y que luce hermoso junto al Paseo del Pintor Rosales. Además de estas relaciones institucionales, los españoles tienen un gran amor a Egipto y son muchos los que viajan cada año, unos para descubrirlo por primera vez y otros para seguir disfrutando de los nuevos hallagzos que con tanta frecuencia se producen. Al respecto, dice el amigo Hamdi Zaki que el deporte preferido por los vascos, "la sogatira", es exactamente igual que el que aparece registrado en las paredes de la tumba de Mirarukka de Sakkara que data del año 2340. Esta pandemia ha dado un duro golpe al turismo y Egipto, como España, se ha visto seriamente afectado, por eso las autoridades luchan por recuperar ese turismo coincidiendo con la denodada lucha contra la Covid 19 y la vacunación masiva que, por suerte, se está produciendo en el mundo entero. Por tanto, se espera que antes de que acabe el año, Egipto vuelva a recibir masivamente a los turistas. Precisamente, hace una semana, fueron trasladadas 22 momias que llevaban enterradas tres mil años bajo las piedras y la arena del Valle de los Reyes, desfilando con honores reales ante su pueblo y ante el mundo entero pues 400 canales de televisión se encargaron de retransmitir el acontecimiento. Estas 22 momias de reyes y reinas abandonaron el Museo Egipcio en el que permanecían hasta ahora para ser trasladadas al Museo de la Civilización Egipcia, distantes uno del otro a tres kilómetros. Las momias fueron llevadas en carrozas blindadas con decoración faraónica acompañadas por guardas a caballo y sacerdotes, en una ceremonia que rememoraba algunas costumbres de la antigüedad. Las carrozas, exactamente iguales que las que se utilizaban hace tres mil años, fueron realizadas por artistas egipcios. Fue un desfile memorable que recreó a la perfección el Antiguo Egipto tanto para quienes lo presenciaban en directo como para los millones de espectadores que veían la televisión. Todos pudieron percatarse del tipo de ceremonias y su desarrollo, de la magnificencia y del lujo, de la forma de vestir, de las riquísimas telas que envolviban cuerpos de hombres y mujeres, de los maquillajes y peinados, de la música y canciones, de los movimientos de los bailarines que desfilaban junto a las carrozas. Todo fue un derroche de fantasía, luz y color. Esa noche, el mundo pudo descubrir un Egipto vivo que emergió milagrosamente de las arenas del desierto.

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