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16 de junio de 2013

Jaén: Mar de olivos y esencia del Renacimiento









Habíamos aprendido de memoria que el Río Guadalquivir había nacido en Jaén, en la Sierra de Cazorla como supimos mucho tiempo después, que Jaén es el mayor productor de aceite de oliva del mundo. Ni siquiera Grecia e Italia juntas, la superan. Por eso, cuando se llega a este lugar por vez primera y se observa desde el imponente castillo de Santa Catalina ese mar de olivos a nuestros pies, se siente que la naturaleza fue generosa con estas tierras andaluzas y olivareras. Tierras por las que pasaron moros y cristianos y el Renacimiento tomó carta de naturaleza en manos del arquitecto Vandelvira ante su hermosa Catedral, construida sobre la antigua mezquita aljama, Monumento Histórico Artístico, aspirante a ser Patrimonio de la Humanidad, cuyo estilo inspiró la arquitectura religiosa de América Latina. 

En el Palalcio de Villardompardo, el viajero se quedará atónito cuando penetra en los sótanos y se encuentra con los Bañós Árabes. Basta la mirada y las explicaciones de la guía para que el recinto cobre vida y se escuche el rumor del agua, los susurros de hombres y mujeres, las conversaciones a media voz mientras los bañistas van pasando a las salas frías, templadas y calientes sieguiendo el modelo de las termas romanas.

Fue en el siglo III antes de Cristo cuando los íberos levantaron murallas y torreones. Las últimas excavaciones realizadas en el cerro de Santa Catalina nos dicen que este lugar estuvo habitado desde hace cuatro mil años. Nos cuenta la leyenda que esta santa, venerada por los mozárabes de Jaén, se apareció una noche en sueños al Rey Fernando y lo animó para que entrara en la ciudad. El rey colgó su escudo sobre la torre más alta. La primera decisión fue edificar un nuevo alcázar en la cresta más alta de la roca. Hoy el castillo recrea su propia historia mediante un estudiado centro de interpretación. Esta fortaleza forma parte de la Ruta de los Castillos y las Batallas.

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