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23 de mayo de 2007








Unas horas dan para mucho. Es el lujo de vivir en provincias que son continentes. Apenas en una hora, desde Zamora,se topa uno con el extranjero. De la meseta árida, ahora no tanto por las abundantes lluvias, se accede a la profunda garganta del arribe, allá en Miranda do Douro, donde el Duero se hace frontera, otrora casi inexpugnable. Cuentan los más ancianos historias escalofriantes que sucedían sobre esos farallones, historias de españoles y portugueses, de contrabando, de contactos, de complicidades. En la actualidad, mientras se pasea en barco acristalado e insonorizado por aguas internacionales, se evocan todas esas memorias. Un día da para mucho.
Apenas una hora de coche, se llega hasta Pereruela y se disfruta de la alfarería popular, de cacharros ancestrales, de artilugios concebidos por locos artistas que, como Coomonte, de cualquier cosa,son capaces de construir una obra de arte. Eso se lo dijo su madre al gran escultor, siendo un niño.
Y todavía, en el mismo día, pudimos admirar el taller-museo de este hombre universal que encandila por lo que hace, por lo que dice y por cómo es. Pero Coomonte, merece un post entero. Será el próximo.

4 comentarios:

un dress dijo...

pereruela ...


não esqueço ...



;)) beijO.anatema

un dress dijo...

há dias, sim que dão para muito.

daí a consciência do desperdício...

dos dias que não dão para na.da...



*

Luis Amézaga dijo...

Las fronteras de la naturaleza, tan transitables.

Tbo dijo...

Como se nota que te gusta tu tierra, me encanta la sonoridad de los cencerros para vacas y cabras que muestras en una de tus fotos, los he visto en alguna feria ganadera y cuestan algún dinerillo. Sus sonidos son alucinantes y las vaquitas se ven más guapas.